Sours versus martinis pugnan por alegronear a los dos asaltantes de la nocturnidad de Maikol, que por cierto, ya nos esperaba junto con los Héroes del Silencio en medio de tanta bulla. Todo era cicuta para un riñón expectante y sosegado, el rímel cada vez mas tieso era el indicador de que el tiempo corría. Arribabajo las pestañas, y sin saberlo habíamos iniciado un asalto a mano armada y a codo empinado. Quién diría que le robaríamos una bocanada de libertad a la oscuridad?
De pronto, su hedor trasnochado de metalero pastrulo cayó en nuestra percepción. Él era. Quería bailar con nosotros y nosotros no éramos nadie para impedírselo. Danzamos los tres y sin que se despoje de artificios ni tampoco del foco que llevaba bajo su pegajoso polo seguimos danzando. Frenesí, lodo, sensualidad, ecos, velocidad, sed y sudor. Todo eso. Quién diría que le robaríamos una bocanada de libertad a la oscuridad?
Los tamborileros entrelazaron sus arterias para proclamar prontas melodías, Maikol no llevaba tijeras y al compás de la declamación de los Héroes, este zonzonazo, se lanzó al vacío… de verdad qué cojudo! Ah, pero al parecer sabía lo que hacía, pues fue salvado por el lodo. Y entonces se hundió un poco, pero no tanto, es decir, no como para pasar al otro lado. Como si se tratase de los mundos del Dante, parecía que iba a transitar de un mundo a otro, quizás al mismo purgatorio, pero simplemente no paso y más bien digitó un extraño interruptor que llevaba bajo su axila izquierda iluminándose tenuemente todo su pecho. Era rojo el foco.
De pronto nos tropezamos con un guante de boxeador y un lapicero, pero a Maikol no le interesó y dando un brinco enfadado intentó rozar los cabellos de Self pero con la intención de hurgar qué diantres hacíamos allí. Antes de bajar del bote ya lo habíamos visto e incluso me entregó un pedazo de telaraña, él iba, y nosotros aún no. Necesitábamos cigarros y fue esa circunstancia en la que me entregó la bagatela, y fue mano a mano. No entendí los códigos, ni señas pero al final de hecho que contenía un mensaje. Se lo trasmití a Self sin que me escuchara y lo entendió. Desembarcaríamos en el Club Hastío Aska y él nos esperaría, por lo que no entendimos su enojo tan a priori, quizás porque quería bailar a solas con Self.
Maikol pronto supo porqué estábamos allí y tembló; abrazaríamos su noche como un globo y la reventaríamos a nuestro pecho. Aunque sea un pocotón, lo estallaríamos hasta lastimar la piel con los salpicones de su látex. Era el botín obtenido. Todo este bullicio hizo que se despierten los demás, era raro, estaban dormidos y ahora no. Run Fiona, run Bono, run Jim, run Gustavo, run rabbit run…todos muy apurados con su foco rojo nos aconsejaban la fuga, pero no era el momento, pues los centuriones conversaban sobre la paranoia de Maikol y estaban pendientes de él.
El lodo empezaba a secarse, y Maikol se secaba en tristeza, algo le faltaba y el insomnio del día siguiente no sería suficiente para amenguar su falta de nocturnidad. Sabe que las cosas han cambiado desde aquella danza; ya no habrá fango donde descansar, todo será al revés, y entonces no comenzará en los pies ni arrugando narices sino que serán sendas inyecciones de burbujas de aire caliente que bajo la piel corren como ardillas por todo tu interior hasta prender los focos rojos debajo de nuestras mejillas. Y serán intermitentes… y serán rojos… y serán ardientes…y serán focos.
Habla, asaltamos la madrugada? Quizás algún lunes, claro, tiene que ser un lunes por la madrugada. Quién diría que le robaríamos una bocanada de libertad a la oscuridad?
De pronto, su hedor trasnochado de metalero pastrulo cayó en nuestra percepción. Él era. Quería bailar con nosotros y nosotros no éramos nadie para impedírselo. Danzamos los tres y sin que se despoje de artificios ni tampoco del foco que llevaba bajo su pegajoso polo seguimos danzando. Frenesí, lodo, sensualidad, ecos, velocidad, sed y sudor. Todo eso. Quién diría que le robaríamos una bocanada de libertad a la oscuridad?
Los tamborileros entrelazaron sus arterias para proclamar prontas melodías, Maikol no llevaba tijeras y al compás de la declamación de los Héroes, este zonzonazo, se lanzó al vacío… de verdad qué cojudo! Ah, pero al parecer sabía lo que hacía, pues fue salvado por el lodo. Y entonces se hundió un poco, pero no tanto, es decir, no como para pasar al otro lado. Como si se tratase de los mundos del Dante, parecía que iba a transitar de un mundo a otro, quizás al mismo purgatorio, pero simplemente no paso y más bien digitó un extraño interruptor que llevaba bajo su axila izquierda iluminándose tenuemente todo su pecho. Era rojo el foco.
De pronto nos tropezamos con un guante de boxeador y un lapicero, pero a Maikol no le interesó y dando un brinco enfadado intentó rozar los cabellos de Self pero con la intención de hurgar qué diantres hacíamos allí. Antes de bajar del bote ya lo habíamos visto e incluso me entregó un pedazo de telaraña, él iba, y nosotros aún no. Necesitábamos cigarros y fue esa circunstancia en la que me entregó la bagatela, y fue mano a mano. No entendí los códigos, ni señas pero al final de hecho que contenía un mensaje. Se lo trasmití a Self sin que me escuchara y lo entendió. Desembarcaríamos en el Club Hastío Aska y él nos esperaría, por lo que no entendimos su enojo tan a priori, quizás porque quería bailar a solas con Self.
Maikol pronto supo porqué estábamos allí y tembló; abrazaríamos su noche como un globo y la reventaríamos a nuestro pecho. Aunque sea un pocotón, lo estallaríamos hasta lastimar la piel con los salpicones de su látex. Era el botín obtenido. Todo este bullicio hizo que se despierten los demás, era raro, estaban dormidos y ahora no. Run Fiona, run Bono, run Jim, run Gustavo, run rabbit run…todos muy apurados con su foco rojo nos aconsejaban la fuga, pero no era el momento, pues los centuriones conversaban sobre la paranoia de Maikol y estaban pendientes de él.
El lodo empezaba a secarse, y Maikol se secaba en tristeza, algo le faltaba y el insomnio del día siguiente no sería suficiente para amenguar su falta de nocturnidad. Sabe que las cosas han cambiado desde aquella danza; ya no habrá fango donde descansar, todo será al revés, y entonces no comenzará en los pies ni arrugando narices sino que serán sendas inyecciones de burbujas de aire caliente que bajo la piel corren como ardillas por todo tu interior hasta prender los focos rojos debajo de nuestras mejillas. Y serán intermitentes… y serán rojos… y serán ardientes…y serán focos.
Habla, asaltamos la madrugada? Quizás algún lunes, claro, tiene que ser un lunes por la madrugada. Quién diría que le robaríamos una bocanada de libertad a la oscuridad?
5 comentarios:
conozco tu historia
aunque no la entiendo del todo, refleja como eres tú, además no se podía esperar menos de ti, siendo un Joaquín, un amante de lo nocturno y d ela justicia.
Jessica
Bohemias historias, endulzan las noches trujillanas, aromatizadas por el olor exitante y adicctivo del alcol, reflejos de un perfil de ZAvaleta! "El aorgullo de ser un ZAVALETA"
lo volvi a leer, a self... me suena muy psicologico. En serio, primero lo relacione con un elfo y dije "oh, gracias", pero no, que tal ego. Maikol o michael, como será??? comenzaran las historias limeñas.
Imbecil a la próxima...llévenme ...o_O
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